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ERA CAMINANTE CONVENCIDO Y NOCTÁMBULO CALLEJERO ...

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sábado, 28 de enero de 2012

El éxito escolar a base de “martillazos” o la felicidad de nuestros hijos

 

De la estupenda web del Dr. Díaz Atienza … Sonrisa

Joaquín Díaz Atienza

fracaso-escolar

Se habla, y escribe, muchísimo sobre el fracaso escolar. Dos palabras que producen pánico y angustia entre los padres. Hoy día no podemos admitir que nuestros hijos no vayan bien en el colegio, ya que el éxito escolar se ha constituido en el paradigma y único indicador de felicidad y seguridad futura. Se ha extendido la idea y ha penetrado profundamente en el tejido social de que el fracaso escolar está asociado inexorablemente a fracaso social incluso, en determinados ambientes, a los parias de nuestra sociedad y, por tanto, a la marginación social. Por ello, muchos padres luchan denodadamente para que sus hijos reciban los apoyos necesarios, sean a través de clases particulares y/o medicación, con el objetivo de situarlos, cuando menos, en la media de la clase.

Ante una situación de fracaso escolar, los padres deberíamos de hacernos las siguientes preguntas:

    • ¿Recibe mi hijo la enseñanza pertinente?.Una buena respuesta podríamos obtenerla en el índice de fracaso escolar en su centro escolar, siempre que no presente problemas específicos que lo justifique. Es bien sabido que ni los centros, ni los profesores nacen con las mismas habilidades para la función que se les ha asignado. Por el contrario, deben aprenderlas y ser vocacionales en su desempeño laboral. Un buen indicador es ver como cambian nuestros hijos, y sus notas, en función de determinados profesores. Por tanto, si consideramos que las condiciones del centro y del profesorado son las idóneas, nos surge otra pregunta:

    • ¿Ha sido mi hijo/a evaluado en sus competencias cognitivas?. Si no ha sido evaluado debería hacerse. Muchos de los bajos rendimientos académicos quedan plenamente “justificados” por la presencia de dificultades específicas en el aprendizaje escolar. Más adelante abordaremos esta circunstancia, ya que es el tema en que deseo basar este post.

    • Mi hijo tiene una competencia cognitiva normal ¿Es un asunto de motivación?. Sabemos que el estudio implica dos aspectos fundamentales: motivación y disciplina. Su hijo puede ser inteligente, pero no seguir una rutina de estudio imprescindible para el éxito, emplear técnicas de estudio poco eficientes, presentar otros problemas que estén interfiriendo su rendimiento, o bien no estar suficientemente motivado para ello. Dependiendo de la situación concreta con la lo relacionemos, así deberá diseñarse nuestra intervención.

En este primer post no contemplaremos las situaciones de fracaso escolar por falta de motivación, la presencia de una indisciplina manifiesta o por otras razones sean psicológicas o sociales.. Abordaremos, por el contrario, aquellas en donde existen déficits específicos o globales que interfieran en el aprendizaje escolar. Éstos obedecen a causas neurobiológicas, algunas incluso genéticas. De aquí que no sea infrecuente hallar entre alguno de los padres la existencia de fracaso escolar o dificultades, más o menos importantes, en su rendimiento académico. Valga la siguiente anécdota:

La madre de un paciente que ha luchado muchísimo para que su hijo tenga un rendimiento académico aceptable, ante el fracaso espectacular producido al iniciar la ESO, me pregunta en qué falla su hijo, es un niño aplicado, incluso sobrecargado de tareas escolares. Le explico que, según la valoración realizada en nuestra consulta, presenta limitaciones importantes para el aprendizaje escolar. Inmediatamente, su rostro expresa una profunda preocupación, casi al borde del llanto.¿Es que mi hijo tiene un retraso mental?, ¿Cual va a ser su futuro?. Cojo el WISC y le realizo de manera informal algunas preguntas con la consigna de que primero conteste ella, y si no sabe la respuesta o falla que lo haga su hijo. Sucedió lo que esperaba, el hijo respondió más ítems que la madre. A continuación, le pregunté si ella se consideraba con retraso mental, que si era feliz… Me respondió que ni se consideraba con retraso mental y, que estaba satisfecha con su situación…. Le contesté que su hijo, cuando menos podría ser como ella, aunque tenía posibilidades de superarla.”

Esta situación se repite con frecuencia produciendo en algunos padres el duelo del ingeniero que se fue, del médico que nunca será, del arquitecto imposible… Duelo que, muchas veces, no se termina nunca de realizar. Muchos padres se transforman en abogados de lo imposible culpando a diestro y siniestro y, peor aún, privando a los hijos de un desarrollo emocional y social absolutamente necesarios. Estos padres tienden a culpar a los profesionales que trabajan con el niño, son incompetentes, son ignorantes que no consiguen estar a la altura necesaria para conseguir un éxito escolar imposible. No todos podemos ser médicos o ingenieros por mucho que nuestra sociedad haya investido las profesiones universitarias como distintivo de prestigio social y éxito personal . Yo me pregunto ¿Qué hay de malo en el ejercicio de una profesión no universitaria?; ¿Por qué sacrificamos nuestra felicidad y la de nuestros hijos por unos objetivos que no todos ellos quieren ni. a veces, están capacitados para ello?.

Por todo ello, una vez confirmados los déficits, más o menos importantes, que puedan tener nuestros hijos y que les condicionan el éxito escolar, tanto la administración docente como los padres deberíamos plantearnos lo siguiente:

  1. Los padres:

  • Teniendo en cuenta sus dificultades, hay que conjugar los apoyos escolares y extraescolares necesarios, con sus necesidades de relación y convivencia con otros niños.

  • Nuestro apoyo emocional y compresión deben fundamentar las relaciones con nuestros hijos, por encima de roles que corresponden a los profesores. Nuestra función básica es SER PADRES, con lo que ésto significa en el ámbito del apego, base de su seguridad y autoestima presentes y futuras.

  • No “agotarlos” anímica y físicamente con tareas escolares en detrimento de actividades lúdicas: actividades deportivas, sociales…

  • Estar siempre “ a su lado”, reforzar cualquier logro por pequeño que sea. Abandonar nuestro “rol de profesores”, ya que es una tarea que no nos corresponde.

  • No realizar comentarios en su presencia sobre la incertidumbre de su futuro como consecuencia de sus dificultades escolares.

2. La Administración:

    • Evaluar a todos aquellos alumnos que presenten dificultades en el aprendizaje escolar. Es bien conocido la excesiva demora entre las “quejas” de los profesores y la evaluación. Incluso, con más frecuencia de los necesario, ésta no llega a producirse.

    • Adaptar las exigencias escolares a sus posibilidades instrumentales con las adaptaciones curriculares pertinentes. En la actualidad observamos restricciones que atentan contra los derechos del niño y que solo se justifican por razones económicas. Reconocer este derecho implica la ampliación de recursos docentes, algo a lo que la administración se resiste.

    • Establecer caminos curriculares honrosos y siempre con la posibilidad de rencontrarse con los alumnos sin dificultades. En la actualidad, los alumnos que siguen una ruta específica terminan en ella sin posibilidades de normalización curricular. Este planteamiento se justifica en la medida en que la mayoría de las dificultades están ligadas al desarrollo. Por tanto, el alumno debería ser re-evaluado cada cierto tiempo por si sus déficits han sido superados.

    • ASUMIR EL HECHO REAL de que no todos los alumnos están capacitados para conseguir los mismos objetivos a la misma edad, sin que ésto quiera decir que no pueda estarlo en edades posteriores (capacidades instrumentales edad/dependientes).

Fuente:

http://paidopsiquiatria.com/?p=102

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